La L-arginina es convertida en el cuerpo en una sustancia química llamada óxido nítrico. El óxido nítrico hace que los vasos sanguíneos se dilaten y así mejora el flujo sanguíneo. La L-arginina además estimula la liberación de la hormona del crecimiento, de la insulina y de otras sustancias en el cuerpo.

 Es decir si nuestros vasos, y más concretamente nuestra sangre transporta los nutrientes que necesitamos para nuestro proceso anabólico en la célula muscular, el que tengamos unos vasos sanguíneos más o menos “grandes” o dilatados, hará que transporte más cantidad de nutrientes, por lo que llegará más de ellos a la fibra muscular.

Su uso podría producir un mayor uso de sustratos y por tanto una mejoría de la eficiencia energética, así como una mejor eliminación de las sustancias de desecho, y un aumento del tiempo hasta el agotamiento durante un deporte de resistencia.

 También permite la elevación de los niveles de la hormona del crecimiento en la sangre, beneficiosa para el desarrollo muscular.

La dosis recomendada de L-Arginina es de entre 2 y 6 gramos administrados antes de realizar ejercicio y, en caso de que se vaya a utilizar este suplemento a largo plazo, limitar su uso para entrenamientos más intensos y después descansar un mes.